Permítele posarse en tu pecho, deja que se confunda con tu sangre, yendo raudo por tu cuerpo llegará hasta la fibra misma de tu ser, besará tu alma y luego regresará a tu pecho, una vez allí abrígalo nuevamente. Permítele posarse en tu cintura, deja que se confunda con tu piel, sentirás entonces un abrazo tierno, la más sutil de las caricias rozará tu espalda, rodeará tus hombros y regresará a tu cintura, en ese preciso momento se desvanecerá como el humo, se deslizará por entre tus dedos y se esconderá en tus labios, robará de ellos un beso y lo guardará en un cofre dorado, se mecerá en tu pelo, trenzará en el un millar de sueños alados, saltará a tus ojos para beber tus lágrimas al besarlos, correrá a tus oídos para que puedas nuevamente escuchar el eco de mi corazón.