El techo se despliega en una serie de círculos concéntricos, cada uno elevado en diferentes niveles que se superponen con delicadeza. Cada círculo está cubierto por una densa alfombra de plantas autóctonas, formando patrones naturales que varían en textura y color. Las formas circulares no solo siguen el diseño curvilíneo de la villa, sino que también crean terrazas en cascada que parecen descender en armonía con la topografía.
Algunos círculos se elevan más que otros, generando pequeños montículos verdes desde los cuales brotan arbustos y flores silvestres, mientras que otros forman depresiones suaves donde el agua de lluvia se recoge y nutre la vegetación. Pasarelas discretas en forma de anillo permiten el acceso a cada nivel, mientras que las curvas del techo se integran con las paredes exteriores, permitiendo que las plantas trepadoras sigan el contorno circular de la estructura. Este diseño circular no solo crea un atractivo visual único, sino que también promueve un flujo natural del agua y maximiza la captación de luz solar, haciendo del techo un ecosistema en equilibrio perfecto con su entorno.