Una **iglesia brutalista inspirada en el estilo del Centro Social del Santísimo Redentor de Las Chumberas, diseñado por Fernando Menis**, es una obra arquitectónica que combina monumentalidad y espiritualidad mediante el uso de materiales crudos y formas geométricas contundentes. La estructura destaca por su diseño escultórico, que parece tallado directamente de un monolito, con volúmenes robustos y una textura que invita a la contemplación. ### **Exterior** El edificio está construido principalmente con **hormigón texturizado**, cuya superficie rugosa crea un diálogo entre la luz y la sombra, acentuando su carácter tectónico. Las líneas angulosas y dinámicas de la fachada proyectan un sentido de movimiento y modernidad, rompiendo con las formas tradicionales. Grandes cortes y aperturas en las paredes permiten que la luz entre al interior de manera controlada, formando patrones de iluminación que evocan una atmósfera mística. El uso de materiales locales o reciclados refuerza la conexión con el entorno, mientras que los colores terrosos del concreto armonizan con el paisaje circundante. La integración de elementos vegetales en patios o terrazas exteriores añade un toque de vida y calidez a la solidez del diseño. ### **Interior** El interior es minimalista pero profundamente simbólico. Las superficies de concreto expuesto son interrumpidas por pequeños detalles en madera o metal, que aportan calidez y contraste visual. Los espacios son amplios y abiertos, diseñados para invitar a la reflexión y el recogimiento. La luz natural, cuidadosamente dirigida mediante lucernarios y aberturas estratégicas, baña el interior, destacando las texturas y creando un ambiente casi trascendental. El área del altar se presenta como un punto focal imponente pero sencillo, con un diseño limpio que invita a la atención espiritual. La acústica, cuidadosamente estudiada, maximiza el uso del espacio para ceremonias religiosas y actividades culturales. ### **Conexión con la comunidad** Siguiendo la filosofía de Fernando Menis, esta iglesia no es solo un lugar de culto, sino un **centro comunitario**. Incluye espacios multifuncionales, como salas de reunión y áreas para actividades sociales, que fomentan la participación activa de la comunidad. La arquitectura se convierte así en un puente entre lo espiritual y lo cotidiano, ofreciendo un lugar inclusivo y accesible. Este diseño brutalista redefine la espiritualidad en la arquitectura moderna, combinando fuerza, sencillez y un profundo respeto por el entorno y las personas que lo habitan.