La mujer está sentada, su cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, con las manos entrelazadas sobre sus piernas. Las lágrimas caen suavemente por sus mejillas, pero su rostro no muestra una expresión de desesperación, más bien una tristeza profunda y contenida. Su mirada está perdida, como si estuviera pensando en algo lejano. En la distancia, el hombre camina lentamente, su paso firme pero tranquilo, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos. La escena está cargada de silencio, con el sonido suave de sus pasos resonando en el espacio vacío. No hay interacción directa entre ellos, solo la imagen de la mujer en su dolor y el hombre que sigue su camino, sin mirar atrás, mientras el espacio entre ellos se siente palpable.