Hiperrealista. Al entrar en el dormitorio de la casa de campo, se siente un aire de nostalgia y melancolía. El polvo se ha acumulado a lo largo de los años, cubriendo cada superficie con una fina capa grisácea. Las cortinas, antaño de color, ahora cuelgan desvaídas, dejando entrever los rayos cálidos de sol al atardecer que se filtran a través de las ventanas pequeñas. La cama matrimonial, en el centro de la pared, una vez elegante y acogedora, se encuentra cubierta de polvo. Las sábanas, antaño limpias y frescas, yacen dobladas sobre el colchón de la cama. Paredes en colores fríos. En las mesitas de noche,hay una lámpara encendida, algunos libros y revistas científicas se amontonan, recordando los intereses intelectuales de la joven pareja que alguna vez habitó este espacio. Algún cuadro en las paredes. Alrededor de la habitación, los pinos que rodean la casa proyectan sombras danzantes sobre las paredes, creando un ambiente sereno y melancólico. El silencio es interrumpido ocasionalmente por el susurro del viento que se cuela por las ventanas abiertas, trayendo consigo el aroma a madera y a tierra húmeda. La sensación general es de abandono y de un tiempo detenido, como si la vida y la actividad de los jóvenes científicos que alguna vez llenaron este espacio se hubieran esfumado, dejando atrás un recuerdo fantasmal de lo que una vez fue. Colores fríos en las paredes. Un armario alto de madera y una cómoda. Luz de atardecer. Estilo rústico.