Mi casa ideal minimalista sería un espacio luminoso y aireado, con líneas simples y una paleta de colores neutros. Tendría grandes ventanales que se abrirían al jardín amplio, lleno de plantas autóctonas y flores que aporten color sin ser abrumadoras. En el exterior, habría varias terrazas de madera o piedra, perfectas para disfrutar del aire libre. Algunas estarían cubiertas, ideales para relajarse en la sombra, mientras que otras serían perfectas para tomar el sol. La alberca, de diseño rectangular y borde infinito, se integraría con el paisaje, reflejando el cielo y el jardín. Alrededor de la alberca, habría tumbonas cómodas y un espacio para cenar al aire libre, creando un ambiente ideal para reuniones con amigos y familiares. El interior seguiría el mismo enfoque minimalista: espacios abiertos, muebles funcionales y decoraciones sencillas. La cocina sería moderna y funcional, y el salón contaría con una vista directa al jardín, creando una conexión constante con la naturaleza. En resumen, sería un refugio de paz y armonía.