En un prado tranquilo con una pendiente pronunciada, se erige una majestuosa casa hecha completamente de piedra y madera, cuya puerta principal, ubicada sobre la calle, mira hacia una magnífica extensión de exuberante vegetación. El techo es de hormigón armado y las ventanas son amplias y luminosas. La casa se desarrolla en dos niveles: el nivel superior alberga las áreas sociales, incluyendo la cocina, el comedor, el living y un baño, con una amplia terraza que ofrece las mejores vistas de la ciudad. Al pasar la puerta principal, se disfrutan las mejores visuales del entorno natural. Descendemos por unas escaleras que nos llevan al nivel inferior, donde se encuentra la zona íntima con tres dormitorios, cada uno con una aguja distintiva, perfectamente ubicados para aprovechar al máximo la privacidad y la tranquilidad del entorno. En el centro de la casa, un espacio de vida bien cuidado con sillones mullidos y una gran alfombra invita a hundirse en su acogedora amplitud, mientras una gran puerta de madera con una alfombra de color musgo invita a tocar. Un escritorio de madera con libros ordenados cuidadosamente y una taza de café con encuadernación de cuero reposa en la cima de la casa, invitando a relajarse. La puerta principal, de un rojo oscuro alto, con un mantel blanco curvado y un papel tapiz floral colgando de una ventana, crea un acogedor recibimiento. La mesa blanca minimalista del comedor crea una sensación de sofisticación y belleza natural, invitando al espectador a entrar y disfrutar del espacio.