Anidada en un vasto y solitario bosque, una majestuosa mansión se extiende desde una amplia cabaña de piedra, combinando simplicidad y elegancia al estilo de Mies van der Rohe. Líneas limpias y formas geométricas se integran con el entorno, destacando una armonía perfecta entre arquitectura y naturaleza. El patio delantero, con dos arcos imponentes de estructura minimalista, da paso a un jardín sencillo pero sofisticado, lleno de flores en plena floración. En el techo, un huerto con flores coloridas y árboles altos aporta funcionalidad y belleza, elevando la escena hacia una estética serena y moderna. Menos es más en cada rincón de esta obra arquitectónica que honra la esencia del diseño atemporal.