La casa futurista, inspirada en *La Señal*, es una estructura sorprendente y desconcertante, con una forma de huevo que evoca tanto lo orgánico como lo extraterrestre. Su arquitectura no sigue las normas convencionales, sino que se despliega de manera fluida y envolvente, como una cápsula biológica que ha emergido del futuro o de un planeta lejano. Su superficie, suave y curvada, se asemeja a una cáscara de huevo pulida y perfecta, con líneas que parecen no tener principio ni fin, como si la casa fuera un organismo vivo en constante expansión. Este diseño evoca la sensación de que la casa está en constante comunicación con algo más allá de nuestra comprensión. La fachada de la casa está recubierta por paneles de cristal negro, que absorben la luz de la noche y reflejan el vacío del entorno circundante. Estos cristales no permiten ver el interior, lo que añade un aire de misterio y una sensación de claustrofobia, como si el espacio interior estuviera protegido por una capa de opacidad impenetrable. La superficie del cristal es espejada, creando un juego constante de reflejos que desorientan y alteran la percepción del espacio exterior, como si la casa estuviera experimentando una distorsión de la realidad. El cristal negro resplandece con una luz fría, casi metálica, que parece irradiante, pero distante, una luz que no proporciona calor ni consuelo, solo una reflexión inquietante. El contorno de la casa, en su forma de huevo, se extiende hacia una piscina rectangular que sigue el diseño geométrico de la estructura. La piscina, con agua oscura y tranquila, refleja los paneles de cristal y los espejos negros de la casa, creando una sensación de continuidad entre el agua y la edificación, como si ambos elementos fueran inseparables. El agua, casi negra, tiene un brillo tenue bajo las luces suaves de la iluminación exterior, sugiriendo una profundidad insondable que invita al espectador a sumergirse en el misterio. Las orillas de la piscina están bordadas por un material metálico pulido que refleja la luz de manera inquietante, mientras que las plataformas flotantes alrededor de la piscina parecen levitar sobre el agua, dando la sensación de que no hay límites claros entre la estructura y el entorno. La casa está rodeada por caminos de piedra que parecen disolverse en la oscuridad, iluminados por luces débiles que apenas tocan la superficie del suelo. Estas luces, de un tono frío y espectral, acentúan la atmósfera de desolación y expectación, como si algo estuviera por ocurrir. Los espejos negros están estratégicamente ubicados en el interior y exterior de la casa, y reflejan el cielo estrellado, la piscina y la forma curvada de la estructura, creando la ilusión de un espacio que se expande más allá de los límites visibles, como si la casa estuviera en una especie de bucle o ciclo, atrapada en una esfera de tiempo y espacio que se repite una y otra vez. La atmósfera en la noche es palpable: el aire es denso, cargado de una sensación de espera. La forma de huevo de la casa, junto con los cristales negros, los espejos y la piscina oscura, transmite una sensación de aislamiento y de estar en el umbral de una revelación, un lugar donde lo extraño y lo inexplicable se fusionan. La casa parece estar observando, absorbiendo todo lo que ocurre a su alrededor, como un observador silencioso en un escenario en el que el tiempo y el espacio han dejado de ser lineales. El espacio que crea es tanto fascinante como perturbador, como una cápsula del futuro, suspendida en una quietud en la que lo conocido y lo desconocido se entrelazan.