Vista aérea a más de 8,500 metros sobre el nivel del mar durante un atardecer impresionante. El cielo se extiende en un degradado de azul profundo a celeste claro, desvaneciéndose en tonos dorados y anaranjados cerca del horizonte. A esta altitud, la atmósfera es tenue, permitiendo una visión clara y expansiva. Abajo, una vasta planicie aparece en la lejanía, salpicada con numerosas islas emergiendo entre la bruma. El cielo está lleno de nubes de tormenta de gran magnitud: enormes cumulonimbus se elevan como colosales torres, con sus cúspides iluminadas por la luz cálida del sol poniente, mientras sus bases se sumergen en sombras frías y azuladas. Estratos y estratocúmulos se extienden en capas densas y onduladas, reflejando tonalidades anaranjadas y rojizas, creando un dramático contraste con el cielo azul superior. La escena transmite una sensación de poder e inmensidad, con un equilibrio entre la calma de la altura y la intensidad de las nubes tormentosas.