Las curvas y los planos desafiantemente inclinados fueron la nueva moda arquitectónica, no importó si las construcciones eran grandes o pequeñas, altas u horizontales, museos o iglesias, la única regla era desafiar las convencionalidades puristas y ortogonales del modernismo clásico. En su búsqueda por la negación moderna, el movimiento en cuestión también rechazó la simetría. De esta manera, la típica armonía visual, que incluso fue impulsada desde la arquitectura clásica, estuvo relegada y sustituida por una especie de desorden intencionado.
Asimismo, la exageración de las formas fue común, a tal grado que algunos lo catalogaron como una teatralidad escultórica, pero para la arquitectura posmoderna el absurdo no era una cualidad a evitar. La zonificación, por su parte, fue otra rama con grandes cambios a la hora de diseñar, porque no hubo una unificación formal, en su lugar, se optó por la fragmentación espacial, es decir, de acuerdo al programa arquitectónico, cada uso solía ser un edificio independiente al resto, por lo que una sola obra podía estar divida en varias construcciones más pequeñas.
Por último, están los colores y las texturas. Así como históricamente se asocia el blanco a la arquitectura clásica y neoclásica, el dorado a la barroca, el negro al gótico, los colores pastel con el art decó, o el verde y café con el arts & crafts, los colores estridentes son propios del posmodernismo. Azulejos tonales, vidrio entintado, paneles metalizados, concreto teñido, todo contaba mientras fuera colorido, pero con todo ello siempre la decoración con plantas coloridas con predominio de rojos y verdes
Las curvas y los planos desafiantemente inclinados fueron la nueva moda arquitectónica, no importó si las construcciones eran grandes o pequeñas, altas u horizontales, museos o iglesias, la única regla era desafiar las convencionalidades puristas y ortogonales del modernismo clásico. En su búsqueda por la negación moderna, el movimiento en cuestión también rechazó la simetría. De esta manera, la típica armonía visual, que incluso fue impulsada desde la arquitectura clásica, estuvo relegada y sustituida por una especie de desorden intencionado.
Asimismo, la exageración de las formas fue común, a tal grado que algunos lo catalogaron como una teatralidad escultórica, pero para la arquitectura posmoderna el absurdo no era una cualidad a evitar. La zonificación, por su parte, fue otra rama con grandes cambios a la hora de diseñar, porque no hubo una unificación formal, en su lugar, se optó por la fragmentación espacial, es decir, de acuerdo al programa arquitectónico, cada uso solía ser un edificio independiente al resto, por lo que una sola obra podía estar divida en varias construcciones más pequeñas.
Por último, están los colores y las texturas. Así como históricamente se asocia el blanco a la arquitectura clásica y neoclásica, el dorado a la barroca, el negro al gótico, los colores pastel con el art decó, o el verde y café con el arts & crafts, los colores estridentes son propios del posmodernismo. Azulejos tonales, vidrio entintado, paneles metalizados, concreto teñido, todo contaba mientras fuera colorido, pero con todo ello siempre la decoración con plantas coloridas con predominio de rojos y verdes