Y allí estaba el Colacuerno, en el otro extremo del recinto, agachado sobre su nidada de huevos, con las alas medio plegadas y sus malvados ojos amarillos sobre él, un monstruoso lagarto negro y escamoso, agitando su cola puntiaguda, dejando marcas de un metro de largo en el duro suelo.
Y allí estaba el Colacuerno, en el otro extremo del recinto, agachado sobre su nidada de huevos, con las alas medio plegadas y sus malvados ojos amarillos sobre él, un monstruoso lagarto negro y escamoso, agitando su cola puntiaguda, dejando marcas de un metro de largo en el duro suelo.