Gradas con un diseño arquitectónico orgánico que se adapta al terreno inclinado de un pequeño cerro, creando un ambiente de integración con la naturaleza. El diseño incluye senderos y gradas que siguen las curvas del terreno, permitiendo una transición suave y armónica en la pendiente. Estos caminos están bordeados por vegetación natural y cuidadosamente seleccionada para preservar el entorno verde y darle al espacio un aire relajante y natural. Las gradas están integradas a lo largo de muros de contención de piedra rústica, lo que aporta estabilidad y una estética robusta. Cada nivel está acompañado de setos y plantas que delinean los bordes del camino, ayudando a que el espacio de circulación se fusione con el paisaje. Los senderos conectan diversas áreas del terreno, permitiendo acceder a terrazas elevadas equipadas con tumbonas que ofrecen vistas panorámicas del entorno. En la base del cerro, un área de árboles frutales. La vegetación se expande desde los bordes de las terrazas superiores hasta la ladera, proporcionando una sensación de continuidad entre el diseño arquitectónico y el paisaje natural. Este diseño no solo respeta la topografía del terreno, sino que también ofrece un recorrido funcional y estéticamente agradable, permitiendo a los usuarios disfrutar de la vista y del contacto cercano con la naturaleza a medida que suben o bajan por el cerro.