Crea un rostro femenino abstracto con un fondo oscuro y un patrón de líneas finas y fractales blancas. Las formas deben asemejarse a la textura de cristales rotos o fragmentos de vidrio, distribuidas de manera orgánica y dispersa en el lienzo. Los fragmentos deben parecer delicados y caóticos al mismo tiempo, con algunas áreas más densamente pobladas de líneas, generando un contraste dramático entre las zonas oscuras y las brillantes. La composición debe tener un aspecto etéreo y casi fantasmal, con las líneas fracturadas extendiéndose hacia fuera como ramas o filamentos que crean una atmósfera enigmática y ligeramente perturbadora