El hombre está de pie frente a la mujer, sus manos ligeramente levantadas como si estuviera tratando de explicar algo con calma. Su rostro refleja concentración, y sus labios se mueven con claridad mientras habla, pero hay una ligera tensión en su postura. La mujer, sentada, lo escucha en silencio, su cuerpo ligeramente encorvado mientras sus manos descansan sobre sus piernas. A medida que él continúa hablando, su expresión cambia sutilmente; sus ojos se nublan y una sombra de tristeza cruza su rostro. Sus labios se curvan levemente hacia abajo, y sus hombros caen, como si las palabras del hombre tocaran una fibra sensible en su interior. Aunque él sigue hablando, su mirada se desvía hacia el suelo, como si no pudiera seguir sosteniendo la expresión serena que intentaba mantener. El ambiente entre ellos se llena de un silencio tácito, marcado por la tristeza que ella no puede ocultar