A veces, el mundo se vuelve tan ruidoso que olvidamos lo simple que puede ser la felicidad. Aquí, en el corazón del bosque, encuentro mi libertad. Rodeado de árboles, en esta cápsula que apenas toca el suelo, siento que cada aliento es puro, que cada pensamiento es claro. En un espacio tan pequeño, aprendo a vivir más grande: más en calma, más en paz. Esta esfera es mi refugio, mi escape del caos. Aquí no hay distracciones, solo el suave susurro de la naturaleza y la calidez del minimalismo. Es un recordatorio de que no necesitamos mucho para ser felices, solo lo esencial... y una ventana hacia la naturaleza que nos recuerda quiénes somos.