Cada vez que un ser humano rompe las estructuras y sale de la prisión de la identidad es una buena noticia. Pero cada individuo humano vive en esa ilusión de ser un individuo, al mismo tiempo que repite ideas masivas que se vienen arrastrando por siglos y milenios; fascinado con la quimera de ser único e irrepetible al mismo tiempo se aferra a ideologías, identidades, sistemas de creencias y religiones que lo hacen idéntico a otros millones de engranes sumergidos en la misma fantasía de la individualidad.
Juan Miguel Zunzunegui
Cada vez que un ser humano rompe las estructuras y sale de la prisión de la identidad es una buena noticia. Pero cada individuo humano vive en esa ilusión de ser un individuo, al mismo tiempo que repite ideas masivas que se vienen arrastrando por siglos y milenios; fascinado con la quimera de ser único e irrepetible al mismo tiempo se aferra a ideologías, identidades, sistemas de creencias y religiones que lo hacen idéntico a otros millones de engranes sumergidos en la misma fantasía de la individualidad.
Juan Miguel Zunzunegui